La recordamos, sobre todo, en su papel de Claudia con “el Dr. Cándido Pérez”, pero con una carrera que comenzó en la infancia y se extendió a lo largo de varias décadas, María Luisa Alcalá dejó huella en el mundo del entretenimiento como actriz y comediante.
Muchos podríamos pensar que sus últimos años los vivió en la opulencia, disfrutando de las mieles de sus ahorros para el retiro, pero, un error de su padre derivó en que María Luisa viviera un infierno que la condenó a vivir económicamente limitada, rogando por oportunidades de trabajo y en una profunda depresión.
La carrera de María Luisa Alcalá
El nacimiento de María Luisa Alcalá es curioso. Su familia se encontraba huyendo de España hacia México, debido a la dictadura Franquista, y en medio de la travesía, en aguas internacionales, la cigüeña tocó la puerta de la familia Alcalá.
La carrera de María Luisa tomó vuelo a los 5 años, cuando apareció en películas junto a figuras como Pedro Infante. Sin embargo, fue su papel de Malicha en “El Chavo del 8” lo que la catapultó a la fama. Este personaje, creado para suplir temporalmente la ausencia de la Chilindrina, demostró la versatilidad y el carisma de Alcalá en la comedia.
Durante los años 70 y 80, Alcalá se consolidó como una figura prominente en programas como “El Chapulín Colorado“, “Cachún, cachún, Ra ra” y “Dr. Cándido Pérez“. En este último, su interpretación de Claudia, una empleada doméstica despistada, pero con un carisma enorme, se ganó el afecto del público y la colocó como una superestrella de la televisión.
Eso sí, ella misma, en diversas entrevistas, llegó a decir que ese papel la hizo perder el piso. Y es que fue tanta la fama de Claudia, que la gente le pedía fotos y autógrafos en donde sea que se parara.
Así que ella, como sabía que era famosa y reconocida por la gente, a dónde llegaba pedía trato especial. Si iba a un restaurante, ella tronaba los dedos, exigía que la atendieran de inmediato y que dieran la mejor mesa.
Afortunadamente, con el paso del tiempo se dio cuenta que esta no era la forma de comportarse para alguien sensible como ella y comenzó a realizar actividades para ayudar a la gente.
Pero el talento de María Luisa no se limitaba a la actuación, también incursionó en los negocios. Abrió un restaurante llamado “La puerta de Alcalá”, donde innovó al incluir rutinas de comediantes mientras la gente degustaba cena y tragos.
¿Qué la llevó a la ruina?
Desgraciadamente este emprendimiento fue un arma de doble filo. A ella le redituaba económicamente muy bien, pero hizo que descuidara su matrimonio, al punto de que su esposo se fue con una de las gerentes del lugar.
Esto hizo que se sumiera en una fuerte depresión y se vio obligada a cerrar su exitoso negocio.
La tragedia no solo se limitó al plano sentimental, sino que, por el lado económico también la vida le tenía una difícil prueba.
Maria Luisa había ido formando un patrimonio muy importante gracias a su exitosa carrera en la televisión, y como restaurantera. Francisco Alcalá, su padre, fungía como su representante y administrador. Era tanta la confianza que ella le tenía, que la gran mayoría de los bienes y propiedades que ella compraba los ponía a nombre de él.
El infierno económico surgió cuando el señor Francisco falleció, ya que dejó un testamento en el que nombraba como herederas a sus tres hijas. Sin embargo, no consideró que gran parte de los bienes que estaba legando no eran realmente suyos, sino de María Luisa, adquiridos con el fruto de su trabajo y esfuerzo.
Para empeorar las cosas, sus hermanas fallecieron y los bienes pasaron a manos de sus respectivos esposos, es decir, los cuñados de María Luisa, quienes se negaron a reconocer el origen de esos bienes y su verdadera propietaria.
La comediante intentó por años negociar con sus cuñados, buscando recuperar al menos una parte de su patrimonio para asegurar su vejez. Sin embargo, los viudos se mantuvieron firmes en su posición, argumentando que legalmente todo les pertenecía a ellos por herencia. Este conflicto legal y moral dejó a María Luisa en una posición vulnerable, habiendo gastado miles y miles de pesos en abogados y sin poder recuperar los bienes que ella misma había trabajado para obtener.
En 2012 María Luisa sufrió un infarto que marcó el inicio de una serie de problemas de salud. Este evento la llevó a estar conectada a un respirador artificial durante algunos días y reveló otros inconvenientes, como anemia y depresión.
Su movilidad quedó permanentemente afectada, lo que limitó severamente sus oportunidades de trabajo y su vida diaria. A pesar de estos desafíos, encontró formas de seguir conectada con el mundo del entretenimiento a través de la radio por internet con su programa “Cuéntame un cuento“, donde compartía anécdotas y experiencias.
A lo largo de su carrera, Alcalá recibió múltiples homenajes, incluyendo una exposición en el Museo del Actor Mexicano que celebró sus 65 años de trayectoria. Su fallecimiento en 2016 marcó el fin de una era, pero su legado perdura a través de su extenso trabajo y las generaciones de comediantes y actores que inspiró.