La Evolución de la Representación LGBTQ+ en el Cine Mexicano
En la actualidad, el cine mexicano ha logrado representaciones dignas de la comunidad LGBTQ+. Películas como Te prometo anarquía, Camino a Marte, Sueño en otro idioma y El baile de los 41 han abierto camino a aquellas voces no heterosexuales, que por mucho tiempo se encontraron silenciadas u oprimidas en la filmografía nacional.
No obstante, no todas las representaciones de la comunidad han sido positivas a lo largo de la historia del cine mexicano.
En las décadas de 1960 y 1970, la representación de la comunidad LGBTQ+ comenzó a adquirir relevancia en la gran pantalla mexicana. Mauricio Garcés encarnó a un personaje abiertamente homosexual en Modisto de señoras (https://youtu.be/PYJwxDkbc9U?t=4721 ) y la Manuela se abrió paso en El lugar sin límites (https://youtu.be/5roRYly-6xM ). Jaime Humberto Hermosillo fue el cineasta responsable de la inserción de múltiples personajes apartados de la heterosexualidad en su cine.
Retos y Desafíos en la Representación LGBTQ+
Sin embargo, en estas dos décadas no todas las representaciones del colectivo fueron dignas. En el denominado cine de ficheras era frecuente la presencia de personajes homosexuales, generalmente varones, quienes eran ridiculizados y caricaturizados por la expresión de su sexualidad y por su misma orientación (https://youtu.be/tIoXmLJJ8Hs?t=56).
A pesar de que los miembros de la comunidad LGBTQ+ comenzaron a salir del clóset cinematográfico mexicano a partir de 1960, es posible identificar a varios personajes del colectivo en diversas producciones de la Época de Oro del cine nacional. Varios investigadores y especialistas en el cine mexicano coinciden en que la Casa del Ogro, de Fernando de Fuentes, presenta al primer personaje homosexual de la historia fílmica nacional: Don Pedrito, interpretado por Manuel Tamez (https://youtu.be/hFFSysmSbZg).
La película presenta a un hombre gay de tipo afeminado, con vestimenta elegante, con ademanes y voz delicados, quien disfruta de enterarse de todos los chismes. A pesar de interactuar con todos los demás miembros de la vecindad en la cual se desarrolla la historia, se muestra más cómodo rodeado por mujeres. Asimismo, se convierte en el blanco de varias burlas por parte de los demás, quienes lo llaman, a sus espaldas, “marica” o “Doña Petrita”.
Travestismo en el cine de la Época de Oro
El travestismo fue una temática recurrente en el cine mexicano de la Época de Oro. Casi siempre se mostró una aproximación cómica al tema desarrollando la trama en el hecho de que, por motivos románticos, un personaje debía disfrazarse o vestirse como alguien del sexo opuesto, lo que terminaba construyendo ingeniosas comedias de enredos donde la comicidad radicaba en las mismas convenciones de la heterosexualidad.
En las décadas de 1940 y 1950 se estrenaron varias cintas donde se exponía este travestismo cómico, siendo éste el caso de Me ha besado un hombre, Vuelven los García, Yo soy muy macho y Pablo y Carolina. En este rubro se sitúa La monja alférez, protagonizada por María Félix (https://youtu.be/XsJZQMf6UT0?t=3188).
La cinta de Gómez Muriel recupera libremente la historia de Catalina de Erauso, una monja que en 1624 escapa del convento vestida de hombre, lo que da pie al surgimiento de múltiples enredos y conflictos. En la vida real, la monja alférez llegó a ser enjuiciada por la misma Inquisición por el hecho de travestirse.
En la película, la Doña representa a una mujer obligada a comportarse como hombre para sobrevivir en un mundo en el que el papel de la mujer estaba limitado al ámbito del hogar y la crianza de los hijos. En este sentido, la representación del travestismo no solo se presenta como una herramienta cómica, sino también como una forma de resistencia ante las limitaciones que la sociedad imponía a las mujeres.
Primeras Representaciones LGBTQ+ en la Época de Oro
A pesar de que en la Época de Oro del cine mexicano se realizaron varias películas que incluían personajes LGBTQ+, es importante recordar que esta representación era limitada y controlada por el sistema de censura que operaba en México. Además, el Código de Producción establecía ciertas restricciones en cuanto a la representación de la sexualidad en la pantalla.
Este código, que entró en vigor en 1936, establecía ciertas normas y restricciones en la producción cinematográfica. En cuanto a la representación de la sexualidad, se prohibía la exposición de relaciones intímas, el uso de lenguaje obsceno o indecente, la promoción de la homosexualidad y la desnudez, entre otras cosas.
De esta forma, cualquier representación del colectivo LGBTQ+ debía ser realizada de manera sutil y sin ser explícita para no correr el riesgo de ser censurada o incluso prohibida.
Si bien, aunque en la Época de Oro del cine mexicano no existía la libertad para mostrar abiertamente la diversidad sexual, se pueden encontrar indicios de la presencia de personajes LGBTQ+ en algunas producciones cinematográficas. Es importante recordar que estas representaciones estaban limitadas por el sistema de censura y el Código de Producción.
Hoy, afortunadamente, el cine mexicano ha evolucionado y se ha abierto a nuevas formas de representación, dando cabida a voces que antes eran silenciadas u oprimidas en la filmografía nacional.